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lunes, 8 de octubre de 2012

En un partido lleno de matices, la academia no pudo ni supo cómo aguantar el resultado y terminó lamentando un empate que no mereció. Dos de Bubbas para Racing, y uno de Olego y otro de Klussener para Talleres, dejaron el clásico en pardas.







No hay caso. Que alguien por favor venga y me explique de manera convincente por qué a Racing le pasan siempre éstas cosas, porque no me van a venir a chamuyar con nimiedades a mi que la conozco a la academia desde el mismo instante en el que pisé por primera vez una tribuna hace treinta y tantos años. No puede ser, viejo! Hay que mover cielo y tierra para encontrar ese maldito hechizo, desclavar los alfileres, inventar una pócima que termine con todo ésto, no sé. algo hay que hacer, pero ahora mismo.

Ya sé, seguro aparece alguno y me dice que estoy loco, que la mala suerte en el fútbol no existe, que la causalidad, el karma y todo eso es una pavada y que carece de todo fundamento. En fin, vayamos al punto. A los 8 minutos, y cuando el partido todavía no tenía dominador ni dominado, apareció en escena Hernán Perez y metió un bochazo fenomenal a espaldas de los centrales albiazules, y Bubbas, tras sortear un "agarrón" de Britez, definió abajo ante la salida de Aguiar y desató la locura albiceleste.

La fría estadística dirá que pasaron 548 minutos desde aquel gol de Germán Noce a éste de Nicolás Bubbas, ya está, me tenían podrido con eso. A los 22´ un largo despeje de Bay en defensa fue pésimamente resuelto por Nievas, la pelota cayó en los pies de Bubbas, y el ex C.A.I mostró toda su calidad definiendo estupendamente por encima del "1" albiazul para poner el 2-0 parcial. Nadie entendía nada en el Kempes, creanme.

En ese contexto, la practicidad de Racing, sumada a la poca efectividad de Talleres pintaban un panorama por demás alentador. Daba la sensación que en cualquier momento otro error defensivo en la "T" dejaría a los delanteros académicos en situación de sentenciar el partido, asi de simple. La lluvia, la intensidad del clásico y el murmullo en las tribunas llevaban a los de Sialle a caer en la recurrencia de los ataques por el sólo hecho de atacar, y sin lograr justificarlo en el trámite del partido propiamente dicho.

Ya en el complemento la historia dió un giro de 180 grados. Racing renunció a atacar y el planteo inteligente de esperar e intentar rematarlo de contra, dió lugar a un recurso poco aconsejable: defender con los once. De no ser por Gerardo Godoy quizás el resultado final hubiese sido otro. El partido perdió su esencia, hubo un sólo equipo que quiso jugar y el desarrollo del segundo tiempo en su totalidad (o casi) se dió en campo albiceleste. Los ingresos de Orquera y Beterette fueron en pos de aguantar el resultado. Es por eso que el descuento de Olego (80´) y el empate de Klussener (92´) le dieron a Talleres lo que merecía, mas allá de que por supuesto queda la bronca y la impotencia de que te empaten un clásico en tiempo de descuento.

El vaso medio lleno dice que hubieron síntomas de mejoría, fundamentalmente en el primer tiempo cuando el equipo ejecutó a la perfección el planteo ideado por su técnico, aprovechando los espacios y los errores del rival. El vaso medio vacío, en cambio, refleja el contraste del segundo tiempo, momento en el cual el equipo pagó fisica y futbolísticamente tantisimo desgaste. Lo empató, lo pudo haber ganado aunque mereció perderlo... en esa frase se resume el partido. Igual, qué quieren que les diga, sigo pensando que Racing está meado por una manada de elefantes.

Foto: Gentileza Mundo D

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