La reinauguración de nuestra casa

Hace 28 años, en 1984, el Miguel Sancho quedó en su máximo esplendor. 

La cancha en 1948. Foto: La Voz del Interior. 

Después de casi seis décadas de la inauguración en el actual barrio de Nueva Italia, las necesidades requerían una re-estructuración. La Academia siendo protagonista de los torneos afistas, compitiendo al mismo nivel que Boca, River, San Lorenzo, Independiente necesitaba de un nuevo escenario. Jugar de local en la cancha de su archirival Instituto o jugar en el Estadio Córdoba hacía que se perdiese la esencia de la localía. La gente se sentía feliz de ver a Racing donde toda su vida soñó verlo jugar, a ese nivel, contra esos rivales y además hacerlos comer semejantes bailes. Pero la alegría no era suficiente, faltaba ese "no se qué, que qué se yo" los dirigentes supieron darse cuenta que la necesidad era jugar en casa. En el centro de Nueva Italia, pegadito a las vías del tren. Y, aunque sus orígenes no se remitan a aquel barrio, allí fue el lugar de su primer hogar, su primera cancha. 

La gente copó el estadio en su apertura. Foto: La Voz

El 17 de Septiembre de 1984, se organizó un encuentro amistoso con un seleccionado de la Liga Cordobesa de Fútbol como excusa de mostrar la obra finalizada. El partido en sí, no dio mucho como para extenderse en ello. Lo magnifico fue ver esas tribunas repletas de gente, alucinando y disfrutando por primera vez de lo que sería a la postre el lugar de reunión domingo tras domingo para ver al amor de sus vidas. Con capacidad para 23 mil personas quedó oficializada la re-inauguración del estadio académico. Para el cotejo que mantuvo el albiceleste mandó a cancha a Serrano; Del Mul, Noriega, Coloccini y Quiñónez; Vílchez, Jorge Maldonado y Gasparini; Argota, Bravo y Oyola fueron los 11 elegidos por Pedro Marchetta. El combinado de la Liga formó con Álvarez; Rivarosa, Rapetti, Oviedo y Felizia; Pedraza, Pucheta y Sergio González; Ambroggio, Borgovello y Camino fueron los titulares comandados técnicamente por la dupla Gallego y Correa. 

Parece una foto actual, pero así lucían las plateas en 1984.
Foto: La Voz del Interior

El encuentro en sí, fue bastante aburrido y terminó sin emociones. Sin emociones en las redes, vale la aclaración. En el resto del campo de juego y alrededores todo fue pura emoción y algarabía. El máximo goleador académico en campeonatos oficiales -Gasparini- desperdició la chance más clara, cuando Álvarez le contuvo un penal. La Academia demostraba estar a la altura de los grandes en una de las tardes más memorables para el público albiceleste. Fue la presentación oficial del esfuerzo de grandes comandantes directivos que tenía el elenco de Nueva Italia por aquel entonces. Más de 9.500 socios se afiliaron a La Academia aquel año que fue el mejor desde los torneos largos en Primera División. No todo fue color de rosa, ya que sin percatarse de ello, no se tuvo en cuenta las luminarias por lo que no se podían jugar partidos de noche. Algo gracioso, pero que tuvo muchas discusiones y terminó costando el puesto al secretario del club. 

La Voz del Interior en su tapa mostraba el reestreno de la cancha.

En el libro "Racing por Siempre Campeón" de Adrián Pigini se recuerda una charla entre el presidente de AFA, don Julio Grondona y el titular académico Donato Antonacci. Grondona le pregunta si recibían apoyo del gobierno de Córdoba, a lo que el presidente racinguista contestó que no. Absolutamente sorprendido, el manda más del fútbol nacional expresó su duda ante semejante inversión en época de crisis, Donato replicó que todo lo que hacían era a pulmón y que si bien la barriada era humilde, era gente con un corazón enorme. Sostenía él que cuando se pedía colaboración, hasta los perros colaboraban. Antonacci recibió el club con un saldo positivo de 80 mil dólares de la comisión saliente, más 145 mil verdes más por la venta de Gasparini se gestionó con la empresa Palmar la construcción de las nuevas tribunas.


Si bien las fotos son de La Voz del Interior, agradecimiento especial a la colaboración desinteresada de Sebastián Albornós, un académico de pura cepa, que nos envió este material.